Es la terminación del signo. Es el trazo terminal que encontramos en determinadas tipografías.
Inicialmente, los serifs provienen de la huella dejada por la herramienta, lápiz, pincel, etc. al levantar la mano en el acto de escribir. Por otra parte los romanos tallaban las mayúsculas lapidarias con terminaciones que acentúaban con la luz la claridad de los signos para ser leídos a distancia.

En la clasificación tipográfica que nosotros utilizamos lo vemos en las tipografías romanas y en las egipcias.

El serif en las Romanas antiguas es de terminación redondeada y base ancha (los serifs superiores de las minúsculas están trazados en ángulo). Se une al bastón de la letra mediante una curva (apófige).

En las Romanas de transición, el serif, es de terminación aguda y base ancha (los serif superiores de la minúsculas tienen una menor inclinación que las romanas antiguas). El serif, también, se une al bastón de la letra mediante una curva.

El serif lineal o filiforme lo encontramos en las Romanas modernas, y se une al bastón de la letra mediante un ángulo recto.

Egipcias, tienen el serif tan grueso como los bastones; generalmente es de forma cuadrada y la unión con el bastón puede ser en ángulo o mediante una curva.